Un espacio de 2.000 metros cuadrados totalmente digitalizado y en él que la cadena textil catalana se ha gastado 7 millones de euros. Esas son algunas de las cifras que dan cuenta de la envergadura de la nueva estrella de Mango: su tienda en la calle Serrano.
Son cuatro plantas de tienda en las que la experiencia digital es la reina: pantallas de gran formato a lo largo de la tienda, y la llegada por fin de los probadores digitales a las grandes marcas. Los cubículos tienen tres espejos del suelo al techo. En el de la derecha, de fondo, hay proyectada una pantalla de ordenador. Y al otro lado un escáner. Los clientes entran, escanean la prenda que se van a probar y en el monitor aparece un menú con el mismo aspecto que en la página web: un modelo lleva la prenda puesta. Al lado, aparece en qué colores se ofrece, qué tallas hay y con qué otras prendas podría combinar. Si al cliente no le convence el color o la talla de la prenda que ha llevado al probador, puede seleccionar en la pantalla táctil una talla más o un modelo distinto.

Este no es el único punto digital de la tienda, también tienen el e-ticket (un recibo electrónico, sin papeles), pago a través de dispositivos móviles para evitar colas, wifi y un nuevo sistema para que los clientes participen en el hilo musical.
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